Tu mereces, yo merezco, todos merecemos...

Cada uno merece un amor que permita y no reprima. Un amor que perdone y también razone. Merecemos un amor que acepte pero no juzgue.

Todos merecemos nuestro otro entero, porque si, es mentira que uno merece su media naranja cuando en realidad nadie es ni merece mitades. En el juego del amor se da todo o no se da nada. El amor es simpleza que solo esos dos enteros lo vuelven grandeza. El amor también merece segundas oportunidades, pues nadie está excento de fallar. Algunas veces es necesario perderlo todo para comprender lo valioso que era o sigue siendo; siempre y cuando, después de haber fallado, esos dos enteros vuelvan suya la tolerancia, el respeto y el amor propio para no volver a perder la propia individualidad.

Y no, yo no le temo a la soledad, a decir verdad la disfruto mucho, pero también disfruto de compartir mi soledad, es decir, juntar dos soledades, acompañarlas mutuamente, establecer una alianza de dos contra el mundo! Pues en ese justo momento es cuando conoces el verdadero sentido de la vida.

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