Días grises...
Hay días en que realmente nos sentimos sin ánimos de nada,
sin hambre, sin sueño pero sin ganas de salir de cama, sin ganas de movernos,
sin vida, no deseamos siquiera hacer algún gesto… y es bastante normal. Todos tenemos
días así y vaya, hasta los merecemos porque en este juego que se llama vida, la
verdad es que siempre debemos hacer algo, estar pendientes de algo o alguien,
tal es así que solemos olvidarnos de nosotros mismos.
Olvidamos regalarnos
momentos propios.
Olvidamos recordarnos lo bonitas que somos.
Olvidamos cómo
hacernos sentir queridas e importantes.
Ese es mi estado anímico el día de hoy. Pero no puedo darme
el lujo de quedarme inmóvil, en cama, “sin vida”, y eso porque tengo una hija
por la cual debo levantarme con mi mejor cara. Si, hoy siento el corazón roto
pero no deseo que mi hija me vea así, pues no quiero mostrarle mi debilidad. No
a ella pues todo lo que ve, todo lo aprende. Afortunadamente tengo la enorme y
bendita tarea de criar a una niña fuerte, mostrarle cómo agarrar al toro por
los cuernos y conseguir en esta vida lo que ella se proponga, debo enseñarle a
perseguir sus propios ideales, no los míos ni los que la sociedad trata de
imponer la mayor parte del tiempo.
En tu corazón reside lo que ya sabes que debes hacer: cuando
te sientas perdida, simplemente detente y recuerda que eres una persona
completamente normal, que estás viva, que siempre hay alguien detrás de ti que
te quiere y te necesita, pero OJO: sobre todas las cosas, te necesitas primero
a ti misma. Tú, cuerda y en tus veinte sentidos. Y digo veinte porque siempre
nos la arreglamos para inventar y agudizar muchos más sentidos de los que
tenemos. No puedes dar lo que no tienes; así que, bonita, anda, es hora de
hacer algo por ti y para ti.
Dime: ¿qué haces tú en los días grises?
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